Si hay algo por lo que destaca The Good Wife es por su capacidad de recoger tendencias de la vida real e incluirlas en sus tramas. Así, hemos visto reflejadas en la serie cosas tan variadas como Bitcoin o escuchas ilegales. Y parece que fiel, a esa marca de la casa, la serie de los hermanos King ha empezado a recoger tendencias, no solo de la actualidad, sino de las pantallas vecinas.
La magistral quinta temporada trajo cambios importantes en el equilibrio de la serie tal como la conocemos, y quedó obligada a renovarse o morir. Y esto The Good Wife lo ha interpretado como reencarnase con elementos de otras series de moda.
Como en Orange is the New Black, metemos al personaje con mas cara de bueno en la cárcel, con cargos relacionados con el tráfico de drogas. Sin el tinte de comedia característico de la serie de Netflix, comparten aún así elementos que nos la recuerdan, sobre todo los primeros capítulos, en los que Piper era todavía una novata asustada. Abuso de poder por parte de los funcionarios, miedo a los otros reclusos y una sordidez general, además de ser un blanco claro entre la población carcelaria (en el sentido figurado y literal).
La otra gran trama que se intuye para la temporada es la de la carrera política de Alicia. La semilla estaba plantada desde el ultimo capítulo de la temporada pasada, pero es cierto que existe una tendencia de series con mujeres protagonistas en política, como Veep y la recién estrenada Madam Secretary.
En otro orden de cosas, la temporada pasada nos dejaron claro que el aspirante a llenar el hueco que dejaba Will en la oficina era el inolvidable Louis Canning. En cuanto a la relación con Alicia, en cambio, parece que el puesto de contrincante/compinche/compañero de tensión sexual no resuelta lo ocupará Finn, algo muy apropiado teniendo en cuenta que entró en la serie con el mismo caso que sacó a Will.